domingo, 6 de septiembre de 2009

Bajo la lluvia.


Y te vi bailar bajo la lluvia
y saltar sobre un charco de estrellas
te vi bailar bajo la lluvia
esperando la luna llena.

Quique Gonzalez.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Juerga de sentimientos.


Tenemos una juerga bajo las estrellas ,
mis manos avanzan por esos recovecos que me hacen sentir,
y mientras, como un brisa, podras percibir mi lenguaje, ese
que Benedetti traduce como las caricias.
Estoy en tu radio de acción y no me puedo contener.
Miramos el amanecer sentados en la arena, junto a la orilla.
Ha sido una noche larga: alcohol y Rock&Roll,
te acurrucas en mi, me besas y tus ojos dan por finalizado el dia.

martes, 1 de septiembre de 2009

Rock on!


Cuando el aburrimiento me ahoga siento que la musica tiene que sonar cada vez mas fuerte. Es esta la que me vuelve a devolver la diversion: salto por toda la habitacion, en la cama, me subo encima de las sillas, me caigo pero vuelvo a levantarme.
Siento tanto la música que empiezo a mover mis dedos como si tuviera una guitarra en mis manos; si me viera Saul Hudson, igual se rie de mi...
Tambien muevo el pelo, la cabeza y la boca como lo hacia Sebastian Bach con Skid Row.
Ojala hubiera nacido a principios de los años 70 para poder disfrutar de la fantastica musica de los años 80, ver a Bon Scott en un gran concierto de los AC/DC, disfrutar como un niño chico con los guns and roses, skid row, withesnake, Dio y el grupo antes mencionado, Skid row. Pero sobre todo poder ver los inicios de Bono y The edge en U2.
Ahora, solo me tengo que conformar con enchufar mis altavoces, subir la musica y sentirla
por mi habitacion.

Por cierto, estoy seguro, de que no soi el único que lo hace.

domingo, 30 de agosto de 2009

Música de ascensores.


Entran en el ascensor, él se permite observarla y, antes de llegar a su boca, se detiene en esa mirada con ojos de cristal, ello son los que le hacen sentir ese cosquilleo que recorre toda su espalda, y, tras esto, se deja llevar. Mientas tanto, sus manos llevan su curso acariciando su espalda hasta detenerse en la cintura.

Los labios juegan entre ellos, se tocan, se sienten, y ella, tímida y cautelosa, empieza a jugar. Poco a poco, la vergüenza deja paso al deseo, y se deja envolver por la comodidad de sus brazos.

Lástima que ni la pasión pueda detener el paso del tiempo, y, tras unos segundos de magia, el trayecto toca a su fin. No importa, habrá muchos viajes, y muchos, muchísimos más de los que puedas llegar a contar nunca, segundos de magia.
Te lo prometo.